martes, 22 de octubre de 2013

EL ESTADO DE BIENESTAR

Lo cierto es que a día de hoy podríamos decir que ya no existe, al menos para todos los habitantes de este país.
En un País donde se excluyen a los inmigrantes del derecho a la salud, donde el derecho a la educación ya no es viable para todos dependiendo de de la capacidad económica para poder ejercerlo a ciertos niveles, donde la sanidad va camino de dejar de ser pública, dependiendo de los niveles de calidad asistencial a la que queramos acceder.

 En un País donde el derecho a una vivienda depende de la voluntad de los bancos para tantos ciudadanos que sen ven desalojados de estas, mas los que nunca pudieron tenerla y en donde el derecho al trabajo más parece un privilegio que propiamente un derecho, un estado donde los niños van a la escuela sin comer, cuesta reconocer que vivamos en un estado de bienestar.

Lo cierto es que a mi me parece mas un estado propio del tercer mundo, hasta el punto que las grandes superficies ya se les permite vender producto caducado para a si capten esa franja de mercado que revolvía en sus contenedores, renunciando así, a cotas de seguridad del consumidor, por beneficios particulares.

Creo que en este país el estado de bienestar ya es algo de lo que hemos dejado de disfrutar pero a lo que tenemos que poner todos todo el empeño por recuperar, por que si que es viable, si que es sostenible, si las prioridades las marcáramos los ciudadanos y no dejásemos que nos las impusiesen los poderes financieros.

¿Como podemos hacer esto?

Esta es al pregunta del millón, para mi y en mi humilde opinión es imprescindible un profundo cambio de mentalidad, tenemos que abandonar el individualismo que nos infundieron con una idea tergiversada de la competitividad, e impregnarnos de colectivización y colaboración, para implantar el mayor nivel posible de cooperativismo. Tenemos que hacer  lo primero asociaciones de consumidores, tenemos que juntarnos y negociar  nuevas condiciones de venta de producto, véase como ejemplo la conseguido por la OCU al aglutinar a cerca de medio millón de usuarios e ir juntos a la subasta de energía (http://www.publico.es/dinero/476117/la-primera-compra-colectiva-de-luz-permitira-a-300-000-hogares-ahorrarse-49-euros-en-la-factura).Esto es extrapolable a otros productos y a otras escalas, ¿ me pregunto que oferta de telefonía móvil obtendríamos si todos los habitantes de un barrio nos pusiéramos de acuerdo para contratar servicio?

En resumidas cuentas se trata de buscar el mayor número de aglutinantes posibles en pos del mayor beneficio común, olvidando la particularidad y dejando a un lado quién se beneficia mas, por que beneficio obtengo dentro de un colectivo, comparandolo con lo que tengo actualmente a modo individual. Las carteras de clientes valen dinero, no las regalemos ni dejemos que otros se beneficien de ellas, hagamos que reviertan sobre los que las conformamos. Desde este punto y si fuéramos capaces de encontrar los aglutinantes adecuados para ser de forma mantenida un colectivo suficientemente numeroso e incentivado por la cuotas de mercado que implica el mismo colectivo, sería sencillo dar el siguiente paso hacia el cooperativismo, para que la colectividad no solo sea una fuente de abaratamiento de productos si no también fuera capaz de producir para que la mayor parte posible de las ganancias, frutos del mercado que significa el colectivo revertiera en este y tambieèn  aportase riqueza a través de los puestos de trabajo que estas cooperativas generarían. Hablo de cooperativas porque entiendo que es la fórmula menos arriesgada de hacer frente a la competencia de producto externo al colectivo, pero para nada se marginaría la iniciativa individual dentro de este, como tampoco se trata subvencionar a nadie, ya  que tanto cooperativas como particulares tendrían que igualar en calidad y precio la oferta de producto externo.

En conclusión, si queremos defendernos de los poderes que ahora nos manejan olvidémonos de cuestiones ideológicas, esto es una guerra de números.

sábado, 12 de octubre de 2013

EN LAMPEDUSA SE NOS CAYÓ LA CARETA A LOS EUROPEOS

Los hechos recientemente sucedidos en Lampedusa, deja al descubierto la verdadera posición en que se encuentran la relaciones entre el mal llamado primer mundo y el tercero. No nos engañemos la frontera existe y las leyes fronterizas también, son imprescindibles para que desde el tercer mundo sigan llegándonos a precios miserables, las materias primas que necesitamos para que en el primero sigamos viviendo al nivel que en el tercer mundo solo pueden soñar.

Podemos apadrinar niños, podemos colaborar con mil y un ONGs, ir de misioneros, ir de voluntarios, pero no podemos permitir que se escapen, necesitamos que sigan en el infierno, cobrando sueldos entre 100 y 600 euros anuales, para que nosotros podamos vivir holgadamente.

Bendito hambre que alimenta la inestabilidad que nutre nuestras industrias armamentistas, bendita también por que somete a las personas en condiciones de esclavitud en minas infrahumanas que abastecen nuestras factorías, bendita miseria que es la argamasa donde se fraguan las grandes fortunas y mantiene álgidas nuestras bolsas y mercados.

Que cinismo el nuestro, ahora resulta que nos importan 300 náufragos muertos de desesperación, cuando ni nos inmutamos por los miles que mueren diariamente por el hambre y la miseria por falta de recursos. Cuanta hipocresía, nos rasgamos las vestiduras por los que fallecen intentando saltar los muros que fortifican nuestro mundo, pero seguimos consumiendo enloquecidos, los productos rebosantes de sangre fresca que nos sirven los que se valen de la explotación infantil,  de enfermos, ancianos y muertos de hambre para producirlos. Llevamos cuando menos décadas de espaldas al tercer mundo o para ser mas exactos sobre las espaldas del tercer mundo, sin querer ni en un sólo momento bajarnos de ellas no sea que nos apeemos de este primero, desde el que nos podemos permitir como mucho se dadivosos con los que nos sostienen sobre sus flagelados hombros.

Me cago en la declaración de derechos humanos, pero sobretodo me cago en todos esos orondos personajes, que trajeados a la última y rodeados de escoltas, viven opíparamente a costa de las reuniones por que estos derechos no se cumplan en ningún lugar del mundo. La principal culpa la tiene mi cobardía, que me maniata e impide rebelarme, aunque en estos tiempos de crisis cada día esté mas cerca del precipicio al tercer mundo que de mantenerme en el primero, es el miedo  el que me abotarga viendo como nos empujan poco a poco al precipicio e incluso alcanzando a ver como estamos cayendo por  el abismo los primeros de la masa borreguil, balamos pero seguimos avanzando hacia él, obedientes a los pastores que nosotros mismos elegimos pero que se deben a sus señores, sin atrevernos a parar y mucho menos a retroceder.