domingo, 7 de febrero de 2016

LOS RESULTADOS DEL 20 D, COMO CLARO EXPONENTE DE UNA TRANSICIÓN INACAVADA

Después de los resultados electorales del 20 de diciembre de 2015, la sociedad española, se desdibujó por fín de la España de los dos bloques, la derecha y la izquierda se fracturan y entran en juego los de arriba y los de abajo, lo nuevo y lo viejo, el inmovilismo y el cambio. Esto no es solo una guerra dialéctica en donde se rivaliza por capitalizar términos, esto es el reflejo de una evolución de la sociedad española en donde se amplían casi exponencialmente, los conceptos ideológicos que motivan a esta sociedad y que acuciada por los efectos de la crisis, ponen en el tablero político todo un popurrí de elementos a corregir y/o modificar, desde el planteamiento y en rivalidad directa de los nuevos enfoques, con los que hasta ahora se habían mantenido por la clase política predominante.

Lo cierto es que el resultado, configura un puzzle donde hay muchas piezas y de muy difícil encaje entre ellas y donde yo particularmente veo casi imposible evitar unas nuevas elecciones. Creo  casi imposible, se logre formar un gobierno medianamente estable, en donde se logren consensuar mínimamente una lineas de gobierno, que reconcilie las múltiples posturas encontradas entre las distintas formaciones y logre elaborar un proyecto común para la legislatura. Tampoco veo posible un gobierno capaz de propiciar una política de pactos, según los problemas o los temas, que haga viable la gobernabilidad, por una clara deficiencia de cultura democrática, tanto de los políticos como de los ciudadanos, que tras mas de 30 años, acostumbrados a que se antepongan las banderas a las soluciones, no serían capaces ahora, de digerir un gobierno de pactos de todos y entre todos y evitar la capitalización de estos, por parte de su formación, en pos de un posibilismo gubernativo.

No pretendo con este artículo señalar como culpable a nadie en particular, ya que considero que lo somos todos, ya que pasamos de la movilización permanente durante la transición, a la desvinculación absoluta cuando conseguimos definir un marco democrático satisfactorio para todos o al menos para la gran mayoría. Creímos que ya lo habíamos hecho todo, que con depositar en las urnas nuestra papeleta, cada cuatro años ya estaba nuestro deber cumplido y que con eso bastaría. Grave error el nuestro, no nos dimos cuenta que sólo estábamos empezando, que la democracia exige un nivel de implicación mucho mayor y es este nivel de implicación el que lo diferencia de los regímenes totalitarios, no fuimos capaces de ver la necesidad de vigilar y tutelar, tanto a las instituciones recién estrenadas como a los partidos, delegamos en los recién elegidos por nosotros para que lo hicieran y nos olvidamos de vigilarlos a ellos y de exigir los mecanismos de control que nos lo permitieran.  Tampoco, con esto quiero hacer un llamamiento a la militancia activa, pues es obvio que internamente en los partidos, los militantes de base, cometieron los mismos errores que los ciudadanos en general y que delegaron en sus cuadros, las obligaciones que como militantes tenían de vigilancia y de exigencia de transparencia interna. Lo que si quiero es poner todo el énfasis posible, en la necesidad de la implicación de los ciudadanos en la política, para que no vuelva a pasar lo que nos ha pasado y por que hay que acabar con el mito que la política es cosa solo de los políticos, en tanto en cuanto nos afecta a todos y de manera importantísima, así como que la condición para ser político es que un número de ciudadanos como tú te elijan para ello y que no hay una formación específica.

Para terminar, expresar mi deseo de que la lección de esta crisis, nos dejara bien claro, que no es en época de vacas flacas cuando toca ponerse a revisar los graneros políticos y que cuando la precariedad aprieta no es el mejor momento para ponerse a despejar las incertidumbres que se dejaron aplazadas en abundancia, para afrontar con un mínimo de garantías las crisis hay que llegar a ellas con los deberes bien hechos o al menos hechos y estos deberes los que tenemos que hacer en primer lugar los ciudadanos, para obligar a que los políticos los tengan a su vez hechos también.

EN DEMOCRACIAS TODOS SOMOS POLÍTICOS, SOLO CAMBIA EL ÁMBITO DE REPRESENTATIVIDAD DE CADA INDIVIDUO.