domingo, 16 de octubre de 2016

Los mercaderes del congreso


Extraño mundo en el que hoy vivimos, un mundo que crece al revés, un mundo que se alimenta del sufrimiento y la necesidad, para sostenerse y donde la prosperidad y el bienestar no son  sostenibles.

Quizás sea por que hemos querido retornar al paraíso y librarnos de la maldición de ganar el pan con el sudor de nuestra frente, que para ello hemos dejado el mundo en manos de los que especulan y no de los que producen, de los que viven del sudor y del esfuerzo ajeno y que habilmente han sabido hacer de nuestras necesidades y nuestras carencias, sus mas prósperos negocios.

Vivimos un mundo donde los beneficios nos tienen absolutamente cautivos, somos rehenes de el margen de gananciales, de la bolsa y las grandes multinacionales, que no dudan en abaratar los costes hasta el infinito, con tal de asegurar un insaciable incremento de beneficios, incluso a costa de axfisiar a sus propios clientes y absolutamente ajenos e insensibles con la precariedad y las penurias que provocan en sus productores. Hemos entregado el mundo, a los que solo les importan los beneficios y a los que no entienden, ni consideran mas beneficio, que el puramente económico y que basan cualquier otro, en la consecución de el mayor número de gananciales posible, para acceder al resto de beneficios. Para ellos no existe el beneficio social ni cultural, si este no es adquirido para aumentar la rentabilidad.

¿Como es que pusimos el mundo en las manos de este tipo de gentes?

Pues muy fácil, creyendo que cuanto mas tuvieramos mas felices seríamos y que la felicidad es algo que se puede compra y al no lograr adquirirla, seguir gastando hasta endeudarnos en mas de lo que podíamos pagar, con lo que pasamos de ser clientes, a ser rehenes y si no logramos reunir el rescate, terminaremos como en el tercer mundo, siendo esclavos de los que permanezcan en el primero.

¿Como lograr reunir nuestro rescate?

Lo primero es rompiendo con la mercantilización de nuestra propia vida, dejando de valorar ésta únicamente por los bienes atesorados, para desde un  nuevo prisma, pasar a tener gobernantes que nos representen y defiendan nuestros intereses y dejar, de como hoy tenemos, que nos gobiernen  negociando con nuestras precariedades y nuestras carencias. Para conseguir esto, es imprescindible involucrarse en política y pasar a ser activos y partícipes políticamente, para salvaguardar que esta esté realmente al servicio de los ciudadanos y poder expulsar a los mercaderes del congreso y sustituirlos por portavoces reales de la ciudadanía, que representen nuestros intereses y defiendan nuestro bienestar, basándolo en los beneficios sociales y el nivel cultural de la sociedad a la que representan, como fin primordial y no como algo derivado del nivel económico alcanzado exclusivamente.