martes, 6 de febrero de 2018

EL VOTO Y LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA

Hoy mi reflexión es sobre la calidad democrática de España, pero no voy para ello a analizar ni valorar el sistema electoral, ni siquiera voy a entrar a valorar el sistema de partidos, creo que sobre estos parámetros ya hay suficientes estudios y reflexiones. Yo voy ha  hacerlo desde un punto de vista mas mundano, mas desde las tripas y de piel, partiendo únicamente de mis impresiones teniendo en cuenta soy una persona de 55 años que he vivido la dictadura con cierto nivel de consciencia, la transición en plenitud de la misma y lleva experimentados los 40 años de esta nuestra democracia.

Para ello voy a empezar por por como llegamos a ella y según recuerdo esta llegó de la mano del referéndum 15 de diciembre de 1976 la La ley para la reforma política  de el presidente que había nombrado el Rey D. Juan Carlos I  Adolfo Suarez, siendo mediante el Real Decreto Ley 20/1977 de 18 de marzo donde se reguló el proceso para la elección de las Cortes eligiendo el sistema D´Hondt y la financiación estatal de partidos y  legalizando al Partido Comunista de España (PCE) en abril de ese mismo año, celebrandose las primeras elecciones, el 15 de junio de 1977, donde ganó dichas elecciones UCD puso a Adoflfo Suarez de Presidente, con  165 escaños de los 350 con 6.310.391 votos, frente a PSOE 118 escaños con 5.371.866 votos,  PCE (Partido Comunista de España) 20 con 1.709.890 de votos A. P. (hoy PP)  con 16 escaños y 1.504771 votos. Para terminar todo este proceso con el referéndum de la Constitución el 6 de diciembre de 1978.

Un referéndum que vino de la mano todo un proceso de negociaciones políticas a puertas cerradas, llamada transición, donde a los ciudadanos al final se nos vendió dicho proceso como la cúlmine, en cuanto a negociación política, siendo el documento de la constitución el broche de oro a dicha negociación, una negociación absolutamente oscura y secreta, de la que solo se nos contaron las excelencias de los resultados obtenidos y los riesgos de ir mas allá si no nos conformábamos, pero nunca se nos contó realmente lo que cada uno de los que tomaron parte activa en esa negociación, ponía encima de la mesa para que prosperara o no.

Si tenemos en cuenta que veníamos de una dictadura donde la represión había acabado con muchos miles de ciudadanos en las cárceles o asesinados y donde las libertades eran férreamente controladas y perseguidos todos los que no aceptaban el régimen y manifestaban su disconformidad con el, es fácil calibrar el ambiente de miedo que se respiraba y con que sigilo y cautela se elegía el voto en cada casa y como nuestros mayores nos decían que no dijéramos nada, que no habláramos de política, como el voto a pesar de ser legal, seguía siendo clandestino, como la censura que hasta hacía muy poco, silenciaba a lo mas íntimo de las tertulias de familia nuestras ideas, seguía en algún modo nuestras elecciones y moderando las decisiones, era como si no nos creyésemos del todo que estábamos en democracia, era como si el correr delante de la policía y las movilizaciones aún no hubieran sido suficientes para convencernos del todo. Era un ambiente raro mezcla de júbilo y miedo, de contención y desmadre, en el que se forjaron las primieras elecciones y donde la moderación triunfó por aplastante mayoría, a pesar de las ansias desmedidas por recuperar las libertades, fueron los partidos UCD y PSOE quienes capitalizaron los mas de los votos, con sus moderadas propuestas  y el miedo a pasarnos. 

Fue ahí donde se forjó el resignado voto a lo menos malo, ese que hoy perdura como fruto de ese miedo evolucionado que tanto han sabido explotar los partidos para reclamar el voto y que ha propiciado esa desafección de los ciudadanos por la política. Es ese miedo a Venezuela, a los populismos, a los antisistema, a los radicalismos, los que hacen que los ciudadanos de a pie se decanten por el centro político, ese miedo con el que tan hábilmente nos han pedido el voto para ahorrarse las soluciones a los problemas, las propuestas de futuro y el compromiso, centrando sus campañas en canalizar nuestros miedos para vincular el voto a las amenazas de lo que vendrá si damos semejante giro o optamos por determinado modelo. Es también desde la frustración que produce el no poder escoger lo mejor y tener que quedarse en la mediocridad y la insatisfacción de lo menos malo y no poder alcanzar lo que verdaderamente ansiamos, por lo que nos mantenemos alejados y reacios a participar, llegando incluso a resultarnos molesto el mismo hecho de tener que ir a votar, con lo que lejos de evolucionar democráticamente en positivo, se convierte en una involución que llega, por pasividad, a poner en jaque la misma democracia y dejar el paso cada vez mas libre a los movimientos antidemocráticos (háblese de extrema derecha mas común en Europa o dictaduras de izquierda con mayor incidencia en latinoamérica y Asia), o por falta de participación  y seguimiento de la vida interna de los partidos, se instale en  ellos la corrupción y las mafias y por prolongación de estos en las instituciones,  la Administración y el Gobierno.

Ya para concluir mi reflexión, definir nuestra democracia como una democracia inmadura de perfil bajo, por la que los ciudadanos no se siente atraídos y mucho menos esperanzados, donde lejos de repararse la situación, se acrecenta el circulo vicioso de frustración y alejamiento, principalmente provocado por una muy escasa talla política de nuestros representantes y por ausencia de perseverancia y compromiso para con la democracia de los ciudadanos, a pesar del espejismo que recientemente protagonizó el 15M, pero al que nuevamente la estrategia del miedo y los apresuramientos por obtener resultados, terminaron devorándole toda la esperanza, a sus propios protagonistas, de que se produjera una regeneración democrática real y se hiciera efectivo un verdadero empodemiento de la ciudadanía.

Conclusión: PARA VENCER LOS MIEDOS SOLO CABE LA VALENTÍA DEL COMPROMISO